miércoles, 11 de junio de 2008

Variaciones

Textos escritos en 2007



EL DUQUE

El duque se casó ayer con la princesa ciega. Digo el duque y soy yo, que no lo quiero reconocer. Hay más colas en la ciudad, cuando podría haber menos. Sacan números para la rifa. Entonces sube la nena, con sus hebillas rosas y violetas. Qué lindos colores, le dice el papá, que la hizo negrita. Son ideales para pasar diagonales, a primera hora de la mañana. En ese momento me doy cuenta de que he vuelto a equivocarme, de que debería haber recorrido kilómetros y kilómetros bajo tierra. Lo raro es que todavía quedan punks y mujeres que hablan como si fueran vírgenes.



POLLO

Dolores, una mujer, le pide a Katy, la empleada que trabaja por horas en su casa, que por favor le prepare un pollo y una carne al horno con papas. Se lo deja por escrito, porque a la mañana sale temprano y no la va a ver. También le dice que, de ese pollo, se separe una pechuga para almorzar, y que hay ropa en el tender del balcón, y que cualquier cosa la llame a lo de la mamá. Y lo último: que le deja, también, una rosca para que coma o se lleve.



COINCIDENCIA

Hubo más de una coincidencia. No hace falta un reconocimiento, porque el protocolo acompaña la distinción, el compromiso inesperado de sentarse y que pocos adviertan que el banquero toma café. Nadie dice la verdad con tal de recibir más premios que los esperados. No se pueden negar, parece mentira tanto una circunstancia como la otra. Y así y todo no está claro, ya que muchos de ellos no desean vender.



BAILE

Hace una hora, si no más, que me están diciendo que es muy largo, y me preguntan si lo puedo sentir. Yo bailo y no me importa, doy vueltas, miro las luces. Además, cuanta más gente me mira, más me gusta esta idea de bailar. Hay un grito que se ahoga tras los golpes y deriva en otra cosa que bailábamos antes. En la noche estrellada podemos decir qué noche. Mientras salto me pregunto si no estaré grande para esto. Pero no lo puedo evitar. Los golpes en el pecho me sacuden el cuerpo y los pies se mueven obligados, para mantener el equilibrio. Les pasa a todos los que andan por acá. Veo un sonido que nos envuelve, que nos hace girar como si estuviéramos en una bola transparente y grande como la de Pedro. Tan grande que, en este momento, la sensación es que la bola es lo más.



TROMPETA

La trompeta ya la escuché, es la que viene acompañada de un fusil que empuña el hombre que canta. Con las ráfagas de tiros al compás, no se entiende nada lo que dice. Por el tono parece ofuscado. Trata de descargar su malhumor contra los presentes, hasta que logra calmarse y dar un respiro, pero enseguida vuelve a empezar. Cuando llegó, en el andén había cientos de personas. Algunas se arrojaron a las vías y quedaron adheridas a la pared. Otras le pidieron un lugar al señor que vende boletos. En el andén no hay más de diez que, creen, pueden hacerle frente. Y es mucho, teniendo en cuenta que la música brota de su cuerpo. Trompeta, más tiros para bajar a la mayoría, hasta que salgo de atrás del espejo y digo que me dejen a mí. Siempre pasa lo mismo, se queja el hombre ofuscado: tanta inversión en tiempo y en arsenal para que de golpe me vengan a decir que todo tiene que quedar acá.



VAGON

La otra alternativa es correr como Superman, aunque esté todo oscuro. O, también, entrar en el vagón cuando haya sido evacuado, justo antes de que cierre sus puertas, para dirigirnos a un lugar indeterminado. Vale la pena correr el riesgo, incluso porque de la vía mucho no se puede desviar. Una vez en camino, lento por las averías, acostado yo en el asiento, quizás alguien me vea, y quién sabe lo que harían de mí. Claro que siempre será mejor eso que la asfixia del porvenir, del nuevo sometimiento a un tipo de salida inapropiada.



ENCUENTRO

A la mañana temprano, en verano amanece. Me la cruzo, ella viene sin mirar y me mira cuando le faltan unos pocos pasos para encontrarnos. Se puede hablar de algunas cuestiones meramente circunstanciales. De lo mal que se viaja, del clima, de que falta poco para el fin de semana, del choque que ocurrió a la vuelta y que ella vio porque venía de ahí. Lo que no sé es si sabe leer. De leer depende todo lo que tiene que hacer hasta el mediodía. Y si no sabe, lo que haga seguramente no tendrá que ver con las necesidades más urgentes de la casa.



PERROS

Mucha luz puede encandilar el tarro vacío de galletas, transparente, el mate usado. Mucho ruido puede hacer que otro, permanente, intente taparlo. El viento, por ejemplo, cuando es fuerte, nos hace recordar a todos esos perros del pulmón de manzana que lamían. En el silencio de la noche, por suerte alguien inventó el walkie talkie, lo que lo vuelve a uno más despreocupado. Antes, antes de dormir, había que salir a cazar para ahuyentar el estruendo.



NO SE SABE

Uno empieza otra vez. La mujer encierra a sus hijos para que no se escapen, antes de que llueva. No se sabe si es un colectivo o la ventana de una casa. Sólo se ven las gotas cayendo por el vidrio. Cuando muestra las arrugas, el hombre, la protuberancia se asoma. Acá, entre los pliegues del mirador, está toda la realidad. El pelado va la guerra y se lo ve distinto de lo que era. La tribu lo sabe, y por eso todavía no se ha dispuesto a prender fuego el bosque. Cuando la seguidilla acabe, habrá varios oradores sentados a una mesa, esperando que algo ocurra.



MITIN

Alguien falta desde la mañana, pero no se sabe quién. Los encargados de averiguarlo se sientan en el patio a tomar mate. Si en ese momento entra alguien ajeno al mitin no lo saludan, como si no existiera, no sea cosa de tener que saludar a cada uno que entra cuando deben concentrarse y optimizar el tiempo a fin de resolver aquello para lo que han sido convocados. A la única persona que le prestan atención es a una esclava que no saluda, pero irrumpe y avisa que un ser agonizante, al que le quedan pocas horas de vida, tiene información precisa y certera sobre el desaparecido. Varios dudan sobre la veracidad del alerta y prorrumpen en llanto, como estrategia para testear la reacción de la enviada. Sin embargo, el rostro ante el imponderable es de extrañamiento: no se condice el dicho con el hecho. Recién entonces, cuando constatan que el sentido común motoriza el comportamiento de la esclava, los allí reunidos deciden enviar una comisión para escuchar con oídos propios lo que el agonizante tiene para declarar.



OJOTA

El origen de la ojota debería ser una investigación para todo aquel que se ufane de no calzar zapatos. El trueno en la habitación de al lado y, en la de más allá, la muestra de lo que podría ser un café. La base, la mesa, y la lectura de folletos atrasados. Después del año es una aberración. Los aventureros actúan, toman cerveza y se van a practicar las posiciones más adecuadas para el sexo. La risa de algún otro piso no tendría porqué molestarme. El lagarto sube para limpiar las glándulas de su hocico. Nuestro próximo participante es el bebé más gordo del mundo, con un poquito de perfume y sorpresas de tela amarilla. Cerca de acá hay libros con sombrero y una parejita de desodorantes que se la pasa esperando. Flor de bocina es la noche. El eco de un ascenso tampoco miente, aquí dentro.

martes, 15 de enero de 2008

Primeros poemas

Escritos a comienzos de los '90



CORRAL

Sopla un verano bajo de puerto o muelle
la piba con el bizcocho continuo.
Alrededor de cegueras, sorderas, mudeces,
dormita en mi mano y despierta su mueca.
Mudé de inmediato las vistas con esfuerzo
de quien trepa llanura y conoce pertenencia.
Un manto de desmanes ausentes
que, aunque en el baile, sus cuerpos
parecen metal, su fauces gritar
al que ladea cercano.



VELERO DEPORTIVO

Velero deportivo
que con sueño se va más lento
sin destino sobre la sal,
grano a grano: rojo, amarillo, violeta,
como en un mar pretencioso.
Se va perdiendo sus alas y sus velas,
velero de la tarde, de la oscuridad.
Lo espían de madrugada los marineros
que pescan anclas y comen mal.
Hubo un ahogado esperando el viento.
Velero faldero,
que en la esquina ha postrado un banderín.
Lo agarra un oficial callejero y le pita
mientras las olas respetuosas
aguardan y dan senda al del ladrido.
Velero deportivo,
como en un mar pretencioso.
Sus luces para el día: rojo, amarillo, violeta.



RITMO MACABRO DE 1994

Cómo se nos vienen los destinos
rodando por la ladera del este.
En este cuarto de hora, blanco y apacible,
que sólo lo causa un batifondo,
aquel sujeto y raído trajín de empedrado
resbala al final:
Un cartel pintado con “Obreros trabajando”
y justo ahí, hacia un costado, un pozo
que ha anegado el camino.
Cómo se nos vienen los destinos
y el contrapunto y la incerteza del suelo.
Con sólo acariciar el aire en los andenes
todos los trenes impulsan sus quejosos
arrebatos de partida.



ADIOS

Se fue en país negro y aún no recuerdo
si dijo al Africa, Asia, julio o enero.
Adiós que seguro su palma movía
en medio de nata vacía el pañuelo.
Después vino bien, pues aún lo retengo,
su espalda hinchada, sus fauces frías,
tanteando la mañana.



ARTIFICIO

Cielo a rayas de oscuro plástico,
tintineo en la cortina de almacén
al nublarse con espías empañados.
Sobre amarillo el gris
de la raíz cemento
que elige ventana y laberintos.
Esconde
siempre detrás de pintorescas lianas
sobre las que de vez en vez
va a posarse algún zorzal.



DIFUNTA

La fruta buena rueda en el canto
de una vela
hasta la arada hierba entre sus brisas,
dice un lamento y busca en ruegos
la madreselva.

Laberintos de troncos afilan lunas con sus sables.
Que no baje, que no moje,
el ruin gaje que da su humor,
que con vano arcoiris surge
la noche de su laguna.

Enano, el aire y sólo, cálido avestruz de un viaje,
tan herido presta su secreto contorno.
Suben paseanderos a la cresta
sesgos de sus labios en el rouge
al entierro de acedera.



EPODO

¿De qué trata noche de mantos
como santos su apática luz?
¿Qué traerá sobre otra gota
derretidos ya sus cielos?
No son truenos, no son ruidos.
¿Tambores? Tambores,
tornados arribando.



HASTIO

Por umbrales tarde
trae aire corriente
que a la cara asciende,
caliente enciende,
trepando posa.

Ojos que cerrados no la ven,
piel que ya casi no la siente.
Ella, que se duerme bien
con cuanta puerta curiosa
galopes le estrelle.



MARIONETAS

Mejor que sojuzgados en contornos residuales
de lagunas transportadas a los caños como un plano
arrugado y no blanco, sin enfermos animales,
accidentes atropellan dos enaguas tan hirvientes.

Se levantan y les bailan una selva de pastores
allá tarde por los soles acurrucan dos en noches,
dos incendios ennegrecen la partida de sus dioses,
casi sobre tersos brotes que la obligan a mover.

Por encima bocetadas entre picos de nogales,
sorprendidas sus comarcas por la muerte de la noche
desde suelos de pantanos hasta múltiples redobles,
estandartes con señales decoradas por color.



EL REGRESO

Los acentos que me inundan
desde atisbos desparramo,
cada palabra un monte,
cada blanco llanura.

Todo perfil del cielo
que a sus formas reza:
ser parte de esa,
ni altura, ni beso.

Solamente hojeo
a las guardas que cual velo
resguardado tras sus brotes
me desvisten y rasuran.



LA PARTIDA

Por la mañana de julio ronca un mastodonte
su cotidiana avenida.
Fieles rendidos siquiera lo lamen
arroyos con aires o sangres transparentes,
aplastan el aire con una cucaracha.

Tanta es la dicha que acá nos permite
seguir deleitándonos con viejos saltos,
color del astro siempre pareando,
tanto tranquilos, tanto sonámbulos,
damos y dan las órdenes floras.

Allá, canturreo de viajantes
su oficio eleva el arte de un cartel.
Fumar como un niño tenor
crea el día en su quejido
con sus salmos de maestra.



ORACION

El lento movimiento de la cuerda
toda pertenencia estrangula.
Hasta los colmos azota y eleva
sonido entre el sonido y la ausencia
o la primera ausencia del sonido.

Recuerdo del tambor de esas uvas
que llevan hacia altares heridos
caudales regios sumiendo icor.



SALMODIA

La luna es la peineta
de una negra con peluca
que usa anzuelo cuando el sol
afeitándole la nuca
su pañuelo frío enlaza,
horizonte sin extremo,
y su plano palmo mueve
enroscándole la masa.
Tanta nueva perla esconde
tras adornos de pendientes:
Tres Marías relucientes
y la Cruz del Sur al pecho,
que le ven gemir el lecho
ante mártires redobles.



LA HUMANA PROFESION

No logro seriar el desborde
de los pómulos que ebullen bajo el maquillaje
ni los adornantes bucles negros que esconden
en su sin fondo la niñez,
ni el cómico sombrero del carnaval de disfraz,
austero y lejano, solo,
cual cuarto de ensayo.



EL GATO

La lengua, cascadas de sal,
orillas sanas,
sobre la oscuridad del río abre.
Destello lejano el radar agazapa,
que lo desplaza, sobre el mármol de hielo nada,
solitario el pescador.

Erguidos, los brotes de fino pelamen,
los trazos, que en oleos alerta se dilatan,
lamen.
Al chillón ruido de sus ramas cortas,
al deleite una flauta ahoga
ciega y sinuoso sereno.

Haces mudados agitan
pasos bajo brazos de vapor
y estiran débiles de juventud a las olas.
Sus rulos hechizan,
como el iris revoloteando cada poro,
ciñen morochas las perlas el jardín.



LA REJA

Suelo como un ala más blanco que el azul,
sombra entre los robles con mechas trazado,
sereno como opaco aire de cuadro,
porcelana o maleza por debajo acanalada, ausente.
Nativo brazo de nebulosa, su eternidad,
perfidia de ramilletes.
Azul de peces, otoño de estanques y luna nueva
que se desvanece, dilapidando esquiva.
El papel único del viento a la hierba
en malva oculto envuelve
testamentando rimas.
Sobre monótono empedrado del cielo la noche
entonces refleja canto.



PIRUETAS

Mulata y duda van a la par
a paso preso pero largo.
La risa de un cuello herbario
al estanque huye en su andar
que la brizna enjuga un rizo
por tornar salado el ramo.
Un collar de olas curiosas,
desdeño joven, espión,
espinza sus pétalos
de escondrijo y lozanía.



TALLADO

Seda sobre ojuelos
burilando el campo pierde,
la sequía de algarrobos
riñe tras la brisa.

Las hojas y los ruidos,
la tinta en las abejas,
transpiran el cincel
las huellas espejadas.

Qué bruñir más que el rubí
en incrustada melodía
y absorber tal torrente
entre esmaltes para ello.



LA VIA LACTEA

Ya los remos que moderan, que suavizan o que acunan
como el fuego en vela, de cada cosa lo eterno,
o el bramido que se aúna cual profeta de la arena
a las ramas en el cielo que entre olas se lastiman,
o las aguas que en el viento
hacia el poniente desfilan.

Cuando ver no se deja, cuando tanta
luz de la lámpara al crepúsculo llama
para que en niños reflejos mude
(porque es muda y eterna al verter
pálidos dobleces acunados),
el llanto que entibia su sombra.

La voz que vuelca en la tela
con un ansia curva de airear,
de jarro blanco y de penumbra,
suelta, cuando la tarde espesa
salpica a cada haz,
a su oculto y su sordo santo.

El verde y el ocre le bañan
los calmos brillos de rincones.
Tras el marco, la noble mañana,
el oficio, licores dormidos
en hueco marfil de robusta torre,
amasa, sus años intuye.

Fresco pañuelo o hábito a sus ojos
hasta el arca donde los pómulos reposan.
Huele la boca sobre el pan, en la olla,
y el jadeo de burbujas casi ciego
ida la tiene, que ya nada quiere
para el que turbe a la frágil moza.

El cielo envuelve a su mesa
y a su vientre, huyen restos de truenos
que la beben de un celeste más bien claro.
Hasta los pies mover podría
y tan exhausta su lejanía tiende
por detrás de los jirones que la rezan.

Podría saltar cuando haraganas
las caricias que se cruzan y la buscan
en su piel (podría saltar
por alimento o abandonarlo)
cesen su trabajo como una ola
o catarata que tienta.

Si el decorado, que es lento, cruje
mudo por sus velos y mañas,
el cuello aterciopelado sobre el agua
y las manos que dormidas nadan
como el rostro escondido del sol
sobre el fondo de una arruga tierna.

La tersura, plana, como una vida,
montones de seda que colorean
la hoja rústica, la rosa débil,
tras monotonías de coqueteos y aromas,
paciente ha de quedarse en la tarea
hasta que crezca en la espalda su asa.

Como en ronda, de vuelta sola
(sudada había salido hasta sus huesos
para que el frío cuando rozara, morado,
cabellos ancianos o hilos de arena
le calara atado al viento)
con las gotas y las luces.

Ya el silencio que sus palabras recobran,
el ruido que frota su leche mansa o pluma
y oculta el bramido que su forma le va haciendo,
que la cubre y la enrosca
sobre la espuma ahogada,
rapto huido u hora de la noche.