PAJARO PERRO
Nosotras somos las hermanas mayores.
Por eso, cuando el pájaro perro
deja de ladrar
vamos hacia abajo a sacar la basura.
Una dice la policía, no
la poesía me equivoqué.
La otra quiere saber
qué dice por ahora.
Pico, pico, pico,
dentro de la habitación
y afuera de las ventanas.
Se pellizcan y se pegan,
dicen: hagamos algo para
la poesía de papá.
Y se agarran de las manos
y se hacen doler y una
no suelta a la otra
hasta que le pida perdón.
¿A ver qué dice por ahora?
Mami, me dejaste sola
con los mosquitos.
Ya sé, tarda más en llegar
o no llegaba (silencio).
Una de las tres voces
o dos, o las tres o todo
el bosque junto (discusión).
Más o menos cerca
alguien corta el pasto
o mira una película
que se llamaba
doble de cuerpo.
Andá a lavarte los bigotes,
dale, ¿de golpe tenés tanta sed?
Listo, mi marmota.
Sin interrupciones aparentes
la agonía del parlante evoca
al comité de defensa,
al ómnibus o sábana de la década
y a la canción que cuadraría
tanto acá como en el mar.
Pensá en las cosas que estuvimos
haciendo hoy por ejemplo
el guinche de la casa,
la fuerza imaginada en una sola mano.
Cambia con el postigo abierto
muy oscuro todo, todo.
Durante la siesta de las señoras
el baño y el subsuelo
son la peluquería y el restorán.
Vení que te peino un rato más.
Un auto y un turista
entre los ladrillos y el humo.
CAJA
La caja que también fue trampa
en la audiencia
se me presenta años después,
una mañana que llovía y se despejó.
El silencio desde adentro
y recortar la intromisión
me deja en esta nave
fabricada con portero.
Hacia el frente no hay modestia,
se navega entre los sauces
con tremenda agilidad,
sin intuición, volviendo.
Puede ser cartón
o cemento el decorado.
Es liso y la voz del ídolo
acomoda el sumidero.
Que no venga, espero, a reclamar
algo del recuerdo,
el recuerdo que fatiga
con astucia de espiral.
Es el nombre lo que ofrece
en el avance que es tan falso
como un juego
sentado en un mismo lugar.
Tal vez sea la hora de avanzar,
me dice una señora, me ha dicho
por anticipado, como otra veces,
que sabía hacer sonar la llave.
JUGLAR
En el origen era un juglar
y ahora reniega de ser Matías.
Las palabras que alimentan
cada día los embates
se imponen, no es que quiera.
El sonido de fondo
es siempre el mismo:
dormí un poco y en el estado
no dejan de pucherear.
Cuando se habla de diferencias
y de tiempos reales
mi tendencia es al silencio.
DEBE SER ESO
Los flancos se dispersan
cuando uno recibe
y el otro dilata
la organización.
Es que debe ser eso
(escribir contra mis principios)
lo que descubre el traslado
y prescindir de vidrios.
La espera, en un momento
de la mañana me paraliza,
le da excusa a mis aposentos,
para deprimirme con la postal
exterior que genera.
Como si todo lo hermoso
estuviera bajo el sol cegador,
la omnipotencia genera,
el deseo de estar bajo el cielo.
Lo otro es placer, posteridad,
la falta en la suma.
Debe ser que hace tres semanas
me siento así.
ANFITRION
José Chediack apareció en su sangre
sobre un mar amarillo
cuando el llamado del banquero
obviaba cualquier cuestión de amor.
Ahora se habla de centellogramas,
de hombres meticulosos
en la conversación del que interpreta
y está atento de su público.
No es una moto la que activa
a la gente que pasea
y tal vez entra al lugar en el que estoy
para que el anfitrión dé su palmada.
PIES
Los pies son hermosos
son tres hacia el techo
uno grande y dos
pequeños
pintado (en la punta) y creciendo.
¿Quisieran tocar la guitarra?
¿Les gustaría hojear los libros?
Se quieren, juegan en el aire
y por la imagen me activo.
OBRA (DOS)
La concreción de la obra
tiene como variable
la sombra que este día aceptable
desagota en metros inferiores.
Al mismo tiempo se proyecta
en el techo prismático
una aplicación virgen.
Pongo un dedo sobre vos,
la sordera lo permite
y ahí se construye el desvío.
Otra vez, como si siempre
estuviéramos hablando de otra cosa.
El plano vertical celeste
es el mejor elemento
en unos metros a la redonda.
Algunos artistas trabajan
más rápido que otros,
aunque la permanencia no hace escala
en un contexto de sujetos
sumamente competitivos.
Voy y vengo, escucho
y me siento a declamar culpa
en minutos,
porque la explicación es redundante.
BANDEJA
Son las ganas, la importancia
y las ganas de retirar
la bandeja y saber
que se va a dar vuelta,
esperar a que suceda
mientras el vecino sigue hablando,
inspirando formas incorrectas.
Casi me quedo
porque el cartel luminoso
que me expulsó
en la evaluación de un mundo pequeño
en el que compiten promesa a promesa
los intentos de atraer esa voluntad,
decidí volver sin haberme ido.
Y es por eso que pese
a la pereza de estos años
una voz silenciosa no deja de propulsar.
El vigilante me dejará salir, finalmente;
en eso se puede confiar
tanto como que la puerta se abra
sola y los sonidos mancomunados
preserven la identidad
hasta que el tesón haga mella
como dos adolescentes cebados.
CUERPO
En una silla del edificio viejo,
donde el nombre que sabíamos
fue cambiado por decisión ajena
y ahora es imposible recordar,
mi cuerpo estalló en pedazos.
Durante años
distintas partes de mí
deambularon como renacuajos
en busca del término correcto,
que es como decir fecundo,
soportando el fracaso.
El aposento de la morada
si cambia significa
que las abstracciones necesarias
recuperan la inflexión
para poder levantar otra vez
aunque más no sea un hilo.
AGUJERO
El agujero es más profundo
de lo que imaginaba.
Anduve a la noche
pensando en el agujero
y a la mañana lo probé
cuando dejaba que el triángulo
propusiera un escenario.
¿Por qué el apuro?
Veo que la necesidad
se transforma en bomba
como si el barroco fuera
aún, su revelación.
Tuve que salir, entonces,
a buscar contrastes y rastrear
los episodios reiterados,
la memoria como magia.
Había remedio ahí,
como aquella vez que el consejo
determinó el borrón.
Pero esta vez estoy solo,
dubitativo ante el prospecto.
Derramo más de lo previsto
y en un plano sin fisuras
el picaporte relojeo.
LAVADERO
La puerta
del lavadero
puede implicar
una toma de conciencia
del sufrimiento.
Abrir la puerta
del lavadero,
si sólo fuera eso, es decir,
el acto de tomar la toalla
y que funcione,
sin tener que dar explicaciones.
¿Cómo puedo hacer
para que cada movimiento
sea el definitivo?
Tampoco es cuestión
de atribuirle un estilo.
Por ahora me basta
con atolondrarme al principio
y después entender
que el olvido me acompaña.
¿Porqué qué habría sido de mí
de no existir el olvido?
Aprovechemos que anda el ascensor
para ir bajando.
RED
Bajo la red
un par de zapatos sin dueño
el público confunde
construcción y procesadora.
Son palitos de madera
que abundan en la hora anárquica
y ahora señalan el ritmo.
Puede haber sol,
nadie lo niega ni transpira
porque a veces la solución
se revela en la síntesis.
Lo sabe una nena
que ya manipula premisas
como también la cómplice
que la autoriza en el festejo.
Todo es producto del telón:
un reflejo y varios sonidos
inventan de este lado
los brotes espontáneos.
PALABRAS
Las palabras desfilan
por mis ojos
como el aire en mi boca.
Suelo no entender
el incentivo
en sábana entusiasta.
Lo que se impone
con cierta liviandad
es sólo alimento.
Ato los cabos
de dos invenciones
en siglos a destiempo.
La experiencia del intervalo
demanda de abstracción
en el contexto.
Un aplauso al fin
y el silencio
perpetúan la lógica.
MATE
Lo que me inspira
tener una birome nueva
como terminar de leer
y consultar el ejemplar
aunque la rima lo estropee.
Nunca serás uno de nosotros
era la muletilla
en la película de hoy.
La mujer tiene el recurso
de llorar,
te psicopatea con el llanto
cuando el mate
que era amargo
quiere que sea dulce.
Es como pelear en la guerra
y volver con los estantes preparados.
La trompeta retumba en ecos,
da paso al ritmo que algunos perciben
y otros escriben
cuando habían creído que en realidad
ya no lo harían.
RESERVA
La reserva es egoísta
al delatar canción caída
que nada importa
en el silencio
cuando se sale a correr
y cuesta hasta que el aire
se transforma en calor.
Después imperan las ganas
en el resquicio
auditivo del vecino,
La cuenta que hay que pagar
y la identidad,
que es boicotear la posibilidad
de que te quedes conmigo.
Hay tanto para hacer
en tan poco tiempo
que sólo cuando duermo
(ahora entiendo al abuelo)
me siento satisfecho.
Lo demás es apostar
metros contra metros.
VAGON
En el vagón delantero
un adolescente
me recuerda la película.
Espera que entre la gente,
inquieto practica su gracia
en la base de madera
que es plantilla.
Actuará después del caso extremo.
Por un momento,
cuando la incertidumbre dobla el peligro
supongo que es uno más,
pasajero en vez de actor
Y decido eliminar abstracciones
aun a costa de que la obviedad
invalide el futuro.
Canta y se va, sin embargo
el monstruo sigue acá.
APERTURA
La apertura en el día
en que cualquier vínculo
con lo cotidiano
debería remitir a otra tonalidad,
monta la acción sobre los ejemplares.
Me podrán preguntar cuáles
y yo responderé cualquiera.
Siempre es una hoja,
tal vez otra si la estancia en el trono es liberadora
y alguna más si a la noche
los ojos permiten explorar.
A esta hora de la mañana
el estómago es la realidad,
un edificio que se despierta
cuando el vigía entumece
la postal silenciosa, el norte.
NECESIDAD
Hay una necesidad
después de los años
que es la conciencia
de que la falla existe
y es preferible
ignorarla.
Lo era antes
y lo es después,
en el campo abierto
donde duerme el gentío.
No hay cuidado
en el riesgo que propone
mi desvarío intermitente.
Todo sucede cuando
el baile se acaba
y el silencio inventa ausencias.
Algo pasaba, vemos después
cuando la amargura derrama
su tinta en esta tela.
MERIDIANO
A veces pienso
cuál habrá sido el destino
de mi celular,
con mis fotos,
mi horario de alarma
y una torta en el desayuno.
Lemon pie,
se ha corrido el meridiano,
tengo una reunión en Europa
en pleno verano boreal.
El auto marca la escarcha
y la ignorancia me alarma,
lo que digas con cautela,
o mejor no digas nada.
Puedo esperar la temperatura
justa para salir a correr
y también el llamado que me impida
hacerlo habitual en la mañana.
ANTES Y DESPUES
(Antes)
Vi algo que se movía
y era tu pie.
Mañana empieza la última
semana de un trabajo
los títulos de un poeta
o de una localidad.
Es como nadar
estar internado
y la síntesis que dirá
que recopilar es la orden.
(Después)
La tabaquería se va
de Nueva York.
Lou Reed en el mostrador
dice cosas que no sé,
porque lo tapa el sumidero
con burbujas de jabón.
De a ratos me abandona
el cuerpo
cuando más lo necesito.
Esa gente es la que se va.
Tenemos que empezar a ser
nosotros esa gente.
RESTOS
Los restos del orden
sobre una mesa blanda
responden de alguna manera.
Hay que proponer,
se da cuenta la bailarina
y con un marcador de barita
transforma el minuto.
Inventemos un saludo
para esta noche:
codo, antebrazo, puño, bomba.
El placer es que el primero
no fue casualidad
y un forajido apenas mayor
asume responsabilidades.
COCINA
Algo hay que decir
de la cocina tamaño baño
y del alivio estilo bandera
cuando la chef me pide ayuda
para atarse el
delantal.
Hay momentos entre amigas
que quieren probar lapiceras
como si nunca tuvimos o hubiera
la especie de trompeta.
Una menos que la anterior,
línea o verso, madera o lata,
se jacta de que hace ruido
y la otra la amenaza:
¿querés que no juegue más?
Me puedo pintar las uñas
antes de saltar
y que se seque la laguna
con la señal de brillo:
¿decís que esto está mal?
Me río igual de la cosa horrible,
tan pero tan negro que está bien
ser oídos y nada más
porque no transpiran, se conforman
con cumplirle a la gorda.
No hay comentarios:
Publicar un comentario