viernes, 29 de marzo de 2019

Cuerpo y otros poemas


CUERPO

En medio de un cuerpo
el atisbo celofán
sirve para interpretar
mejor el capricho.
Tiene eso, de percibir
el tren antes que nadie
y de imitarlo un actor
en la monotonía del llanto.
La pregunta omnipresente
sabotea la estancia
o la manera nueva
de la trama en continuado.


AUTO

El auto y sus ruedas
son comunes a oscuras.
Tiene dos conductores;
uno adelante y otro atrás.
Los conocía de antes
de subirme al auto.
No se sabe si hablan
o tratan de pensar
lo mismo.
Aunque lo que deberían hacer
es decir la mayor cantidad
de cosas pronunciadas
durante el viaje,
porque en el túnel
anula la oscuridad.
El revés de la negación
del objeto, la pérdida
de sentido que la ausencia.
El conductor trasero
ostenta, con cierto pudor,
esmalte blanco del candil.


PUNTOS

Dos puntos denuncian
la dejadez de la infancia.
La propia, simulada,
y la que desarrolla y espera.
El suelo está lleno
de autos que me recuerdan
la voz del tercer punto
que grita impotente
sin que alguien lo oiga.
El dolor, sentado,
no parece el que era antes.
El paisaje no parece
el del pasado hay una orden
sin evitar y vamos.


PERFORACIONES

Cuando el ejemplo del aire
se acerca en perforaciones
me acuerdo en el interior
que todavía la respuesta
debería tener variante.
Pero siempre es lo mismo:
el viento que viene
con el motor que rompe
y el murmullo que llega.


VENTANA

Lo mejor de la noche
queda lejos la ventana.
Nadie se imagina
la potencialidad de un cuadro
cuando el tiempo
se construye otra vez.
Hace treinta y cuatro años
no lo sabía y después sí,
pero más tarde prescindí
de todo lo que era fiesta.
La oferta sin límites
que acuñó la época, inevitable
recuperó mi atención:
acelera, escribe, reescribe
hasta que entiende el tren.


VASO AZUL

El vaso azul sobre la mesa gris
me impide hablar de luz.
Falta consistencia, adyacente
con no poseer: nada a nada.
Cerca y entre las capas
del adorno geológico
una tempestad a ruido
adentro y afuera
va llegando al fin.
El agua sobre las chapas
es mío el ancestro.
Hay metros de ocultamiento
bajo una sábana blanca
sobre una cama vertical
y un regalo inexistente.
La comodidad de esta silla
se mide en prorrateo
que luego se suma, se multiplica.


SENTARME

Con el dolor de sentarme
y ver la hora
que es tarde para atajar
las gotas de un bocinazo,
abre el negocio video color
sin saber cómo seguir
con semejante pelo.
Hay que ver quién viene
a buscar el decorado
si la gestión deja la forma
de que al menos unos metros
reproduzcan la estación.


CASCOS

Los cascos quietos amagan
parte del ritmo senoidal.
A un costado desplaza
la gran exhibición
y alarma mecánica:
calla o encalla la claraboya
al titilar la hora tirita
el papel y la percusión.
El papelón rodeado de voces
originales repara la luz.
La estrella reclama
medicación su maraca escolar:
gime, gime tu compañera
de este lado de la cortina
alimento para romper.


HOMBRE

Pá, mirá: soy un hombre,
dice el chico de botas
color leopardo.
Uno se pregunta para qué
es esta bolsa
mientras la desesperación
por capturar un acorde
corre por la mano.
Algo raspa el plástico
a modo de resistencia
en el gesto pasmado
de un secador.
Hace varios años
hay un público sentado
y unas manos infantiles
que arrepienten casi
casi el final.

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