martes, 2 de febrero de 2016

Siete poemas


EMPEZAR

En un momento hay que empezar
a ver la tele mientras come
y alimentarse de los gritos
del pulmón de manzana.
La incomodidad actúa
en la habitación de al lado,
necesitan fría un rato
aunque el ruido lo mencione:
el desvío enlatado.
Después viene Larry
con su batería, y es otro
al que contratan para el papel.


TIEMPO

Por encima o por debajo
la mirada
está el sonido
que lo busca
y no lo encuentra
sin su equipo.
El llanto en la mañana,
la alarma de la noche
y en el medio un intento
de hacer algo
como estoy haciendo ahora.
El tiempo sobra
pero no alcanza.
Aparece disponible
y no se puede tocar.


LA NOCHE

Desde que llego a la noche
antes no llegaba
el barullo encapsulado
como una roca cae
por la ladera.
El resto, es decir,
todo lo que hay alrededor,
es luz de una fuente
y el que nace sabe
de la distracción.
Un crujido breve
a través de la pared
ya es señal de alerta
cuando la madrugada
aún no comenzó.
Antes no pasaba
que las horas duracen
enteras hasta el paso
de la trama al epílogo,
la locura y realidad.


TIEMPO II

Cada tarde tiene un tiempo.
Diferente, sobre todo el domingo,
cuando la seguidilla de tareas
ingobernable o una sola
lleva la concentración.
Leo a izquierda y a derecha
y de arriba hacia abajo
como todos los que me
rodean muchas veces,
hasta que digo: basta, es tarde,
tengo mucho por hacer.
La deducción, en caso de ser correcta,
no tendrá el aplomo, sino
la incertidumbre, o mejor,
la cantidad de horas
que la tarde sea capaz de sostener.


MAÑANA DE PRIMAVERA

Un objeto gris y negro
grande y recto se recorta
en la mañana primaveral.
Por fin un día en que puedo
distinguir las ventanas
rectangulares de las cuadradas
y en que el sol
manda más que el ruido.
Hay un bosque interrumpido
alrededor del objeto
y después de los rieles
inútiles salvo excepciones.
Camino perpendicular
por el que nunca pasa nadie
salvo en noches de lluvia
o estos días en que andar
pausado y menguante
pierde composición.


AULLIDO

Es momento de describir
el aullido cuando el síntoma
escurre un tornado mudo.
Puedo preguntarme
cuál será el tope
de la fuerza incontrolable
e involuntaria del mecanismo.
La misma que, tarde o temprano,
al menos por ahora,
derive en presentaciones
y arreglos de fin de año
que a veces se atrasan
como todo en la vida
en la deriva de nervios
por la ausencia.
Aunque avisó dos veces
cuando le preguntamos antes
sobre el aullido liberado
apareció el silencio.


AMBIENTE

Cambiar de ambiente
me aproxima al olor,
a otros ruidos que van
a suplantar palabras
insuperables: un ojo verde
que no es humano
adelgaza la soledad tersa
que por algo el gato muestra rueda.
Vengo y voy hasta no sé dónde,
recordando algunos temas de agenda
y admirando documentales
de momentos inexpresivos.
Alguien tiene el control.


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